RELATOS

 La ciudad de los corazones rotos (II)

Necesitaba acabar cuanto antes lo que habia ido a hacer alli, asi que entre al primer bar que encontré (que resultó ser el único bar de la ciudad) y pregunté al dueño por H., enseñándole una foto. El camarero vestía un uniforme perfectamente planchado, sin una sola mancha, blanco y negro, y lucía un bigote espeso, muy bien cuidado.
Él miró y remiró la foto, la giró a un lado y a otro, y con cara de duda me soltó:
- Se parece un poco al tio de la floristería, pero más gordo, y sin barba.
- ¿Floristería? me extraña mucho, pero gracias igualmente – le pagué un café (bastante malo, por cierto) y salí del bar.
¿Qué iba a hacer uno de los hombres más influyentes y capacitados del país vendiendo flores? Deseé que el camarero se hubiera equivocado, por mantener una lógica en mi misión. Entorné los ojos y vi el cartel: “Flores Mio”.
 
Texto de Ángela Triana Seoane. 

-------------------------------------------------------------------------------------------------

 

La ciudad de los corazones rotos (I)

Llegué alli a principios de septiembre, aún se notaba el calorcito del verano, aunque anochecía mucho antes. Al empezar a caminar observé que era una ciudad limpia, urbanísticamente bien diseñada, no había un bache, ni una farola fundida, todo estaba en perfecto estado. Pensé: si no fuera por el nombre, sería la ciudad perfecta.
ciudadLlegué a la calle principal, y apenas habia una docena de personas. Ni siquiera paseaban, se veía que simplemente se desplazaban de un sitio a otro, no hablaban entre ellas, no tendrían nada que contarse. En algunas ventanas se veían luces de Navidad, no sabía si se adelantaban o las habían dejado puestas desde la navidad anterior.Me decanté por la segunda opción, pensé que si tenían el corazón roto, los ciudadanos no se ilusionarían por las navidades más de un año, a partir de ahi, les daría igual una iluminación u otra. La sensación que tuve fue la misma que cuando veo esas revistas de decoración, y sale un perrito en medio de una habitación perfectamente ordenada, en la que no hay personas, ni juguetes, ni siquiera comida en el comedero. Una escena bonita, pero triste.
“Tranquilidad”, me dije, “no será por mucho tiempo. Sabes a lo que has venido”.

Texto de Ángela Triana Seoane. 

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------


La cuerda maldita

Se acercaba el viernes, no un viernes cualquiera, un viernes especial. Cada viernes que tenía concierto pasaba a ser un viernes distinto,  una fecha para recordar.
Hacía años que los nervios lo habían abandonado, lo que sentía era difícil de describir, quizás se podría llamar ilusión aunque no fuese la palabra exacta. Pero así que  iba llegando ese día, sentía  y temía cada vez más su maldición. Pieza por pieza, cuerda por cuerda revisaba su guitarra favorita, siempre lo había hecho desde la primera vez que le había ocurrido pero nunca valía de nada. Aquel momento, aquel cortísimo instante en el cual estaba haciendo su  mejor solo, ahí era justo cuando pasaba aquello…..de repente sentía aquel alambre roto, lo veía y sentía enmarañarse entre el resto de las cuerdas de su guitarra. Había optado como mal menor fijar el puente para que las cuerdas restantes no desafinasen y así poder seguir tocando, pero aquello no era lo mismo, cuando llegaba aquel momento lo perdía la rabia y la impotencia, nunca jamás había podido terminar su mejor solo. Había probado incluso con otras guitarras, ya no le quedaban por probar  más marcas y calibres de cuerda, tocando con la púa o tocando con los dedos, incluso usaba productos especiales para que el sudor de sus manos no dañase aquellas cuerdas. Imposible!!!, sabía que volvería pasar ese viernes.
Llegó el día, todo perfecto  en la prueba de sonido, tras la cual  y después de haberla limpiado exhaustivamente guardó su guitarra en la funda.   
Con el concierto en su apogeo, se acercaba el momento, empezaron a sonar  las primeras notas de aquel tema. Ensimismado en lo que hacía, cada nota que daba salía de lo más profundo de su alma, y fue entonces, justo cuando más lo sentía, llegando a la cúspide, al momento más álgido de aquel maravilloso solo cuando “la cuerda” volvió quebrarse …..Pero esta vez todo se paró…….se hizo un corto pero eterno silencio. Tras unos segundos, los aplausos lo invadieron todo, la gente gritaba, lloraba, sonreía, todos disfrutaban de una especie de éxtasis, aquel maravilloso solo los había llevado hasta lo más alto. Lo había conseguido, aquella maldición se había convertido en un sueño hecho realidad, había alcanzado la cima, lo que ningún otro jamás había logrado, él era el primero ……         

Texto escrito por Luis Echarre. 

-------------------------------------------------------------------------------------------------


En el más absoluto abismo donde habita el deseo y la libertad......se perdieron y nadie sabe si fueron capaces de volver a encontrarse. El primer café de lo desconocido los habría de llevar a un lugar donde solo unos pocos son capaces de sobrevivir. En la estantería de las películas queda un hueco vacío, solo una obra original con un argumento más propio de un mundo no terrenal sería capaz no solo de llenar ese espacio, sino de sobresalir por encima de cualquier obra maestra, pero el guión está sin terminar.

Cada astilla de aquella mesa, está impregnada de ella, de su humedad y de esos latidos que no salen del corazón, sino de un lugar mucho más abajo, ese lugar tan cálido donde él se encontraba seguro y protegido. Cuantas veces la noche los ha resguardado de la lluvia de la costumbre, ni una sola gota era capaz de salpicarlos de rutina y aburrimiento.

En el hotel de sus pecados, todavía permanece intacto el olor de sus cuerpos, sudando, contrayéndose, deshidratándose, el pestillo de cada una de las habitaciones donde se obsequiaron con la más absoluta comprensión no es capaz de cerrarse, el cartel de "no molestar", vuelve a colgar del pomo de la puerta, ellos nunca lo necesitaron, cualquier intento de interferencia, hubiese sido un esfuerzo absolutamente inútil.

Ellos lo sabían, conocían perfectamente desde el principio que aquella historia era infinita, pero la terrible curiosidad que ofrece el miedo a lo desconocido, acabó en la absurda búsqueda de un fin, y no hay nada más forzado que intentar vislumbrar el final de un camino que no se ha empezado a recorrer.

Ella no caminaba, ya había caminado durante mucho tiempo y estaba agotada, solo permanecía a su lado, solo disfrutaba del paisaje, él por su parte se había acostumbrado a su incesante presencia, jamás imaginó que llegaría un día en que ya no la volvería a escuchar, en que ya no la volvería a sentir, en que ya no volvería a ver aquella mirada tan tiranamente expresiva.

Un día las alas de él, dejaron de funcionar, lo intentó pero todo fué en vano, así que con un imenso dolor se las arrancó, ella seguía teniendo sus alas intactas, le ofreció una de las suyas sabiendo de antemano que el vuelo sería muy complicado, pero él no la quiso, ya que no podía volar, prefirió la prisión de la jaula. Una noche ella se acercó y le abrió la puerta,pero él no quiso salir,allí era donde se encontraba protegido, conocía perfectamente cada barrote, y aunque ya no había nada que le sorprendiera allí dentro, decidió quedarse. Así que ella emprendíó su vuelo, y no miró atrás........no quería estrellarse, pero antes de marcharse y con ese tono de voz tan bajito que siempre le había caracterizado, le susurró al oído" algún día saltarás al vacío, y yo cuidaré de tus alas, te lo prometo"

Cuenta la leyenda, que no todo el mundo nace con un sitio para alas, y de los que lo tienen, unos viven con ellas siempre, a otros nunca les nacen, pero los que sienten el dolor más extremo son los que se las arrancan, porque tarde o temprano vuelven a salir, y lo único que palia ese sufrimiento son las ganas de volver a volar.

No existe la certeza de que se hayan vuelto a encontrar, pero si eso ocurriese, no sería producto del destino, sino de la valentía, que en un momento............. volvió a ocupar su lugar.

Texto de Lorena Denver

-------------------------------------------------------------------------------------------------

 LA VIUDA NEGRA

Soledad era una vieja profesora jubilada que vivía en un humilde piso rodeada de sus libros. Desde niña le encantaba la lectura y desde niña compartía esa afición con una fobia terrible hacia las arañas. Las ventanas de sus hogar solían estar cerradas durante todo el año, no había rendija alguna por la cual pudiera colarse uno de eso diminutos y temidos bichejos. De todas formas por mucho que tratase de evitarlo, de vez en cuando acababa ocurriendo, podía encontrase con alguno de esos pequeños monstruos de ocho patas, ya fuese caminando por las paredes, detrás de la mesilla de su habitación o en alguna esquina adecuada en la cual solían extender sus pegajosas telarañas en busca de las más tiernas presas repletas de nutrientes en abundancia. Cuando eso pasaba , Soledad presa de auténticos ataques de histeria recurría a la ayuda de sus vecinos del 2ºB, sino era el bueno del Sr. Manolo , entonces era su esposa Doña Josefina la que acudía dispuesta a aplastarlos con su escoba.
Tras esos momentos de pánico , Soledad solamente era capaz de recuperar su estado "normal" con la ayuda de la lectura, en su biblioteca no faltaban desde auténticos best sellers hasta los libros más antiguos que uno se pudiera imaginar. Su afición por la lectura la hacía acudir con frecuencia a la librería de Antonio.
Antonio era dueño de una librería centenaria en la zona vieja de la ciudad. entrar allí era como retroceder un siglo en el tiempo, aquellas estanterías de maderas nobles estaban cubiertas de cientos de libros, algunos muy valiosos , los cuales Antonio se encargaba de conseguir en sus múltiples viajes por el mundo, así como en las numerosas ferias del libro a las que solía acudir con bastante frecuencia, tanto en el extranjero como a lo largo del país.
Uno de las últimas adquisiciones de Antonio era un precioso libro que databa del año 1921 , una obra del escritor Boliviano "Jesús Lara" titulada "Viaje a Inkallajta".
Antonio sabía que a Soledad le encantaba la obra de “Jesús Lara”, no había ni un solo libro escrito por el que no formase parte de la biblioteca de Soledad, por lo cual contar con un ejemplar original de la primera edición podía suponer para ella una auténtica alegría.
El día que Antonio retornó de su pequeña excursión por tierras sudamericanas con aquel libro bajo el brazo y tan pronto abrió las puertas de su librería, lo primero que hizo fue llamar a Doña Soledad para darle la buena noticia.
Lo que no sabían ninguno de los dos era el terrible secreto que guardaba aquel libro, una auténtica trampa mortal oculta en aquel hueco existente entre las hojas y el lomo del libro con tapas de cuero duro curtido por el paso del tiempo; unas diminutos huevecillos similares a cápsulas gelatinosas envueltos y agrupados en unos saquitos de color blanquecino.
Ese mismo día Soledad acudió presurosa en busca de aquel apreciado tesoro.
Tras unos momentos de vívida emoción y una corta conversación con Antonio , marchó ansiosa dispuesta a releer de nuevo aquellos textos, ahora en su valiosa y original primera edición.
Transcurrieron dos días con sus horas nocturnas incluidas de ansiosa lectura. Después de haber finalizado la lectura, Soledad buscó un hueco especial en su poblada biblioteca y depósito allí aquella joya.
La vida siguió su curso un par de días más y y de aquellos huevecillos surgieron unas diminutas criaturas, la peor de las pesadillas inimaginables. Cientos de diminutos arácnidos de la temida especia “La viuda negra” comenzaron a tomar posesión de aquella apreciada biblioteca. Ese mismo día Soledad reposaba en su sillón favorito, a escasa distancia de aquel conjunto de maravillosas obras literarias, los ojos cerrados, y como no, un libro, apoyado sobre sus piernas.
Pronto , aquellos asquerosos y temidos seres comenzaron a invadirlo todo , llegaron hasta el sillón en el que reposaba Soledad, subiendo por sus piernas y recorriendo su cuerpo hasta los mismísimos ojos.
El incesante cosquilleo consiguió despertarla, todavía medio en sueños medio despierta, creyó encontrarse sumida en una terrible pesadilla. Aquellas criaturas de color negro con su distintiva mancha de color rojo , invadían su cuerpo por donde quiera que mirase. Presa de un pánico terrible, levantóse del sillón totalmente despavorida , sus gritos se escuchaban por todo el edificio, Manolo y Josefina fueron los primeros en acudir a su puerta, el descansillo pronto se llenó de vecinos , policía y bomberos fueron avisados presurosamente.
Pasados unos minutos durante los cuales los gritos de Soledad lo invadían todo, de repente se hizo el silencio en el interior del 2ºA. Ya sólo se oían las voces y llamadas en la puerta de los vecinos. Tan pronto como llegaron los bomberos y consiguieron echar la puerta abajo, se encontraron con una imagen sobrecogedora. Soledad se encontraba tirada sobre el suelo bañada en un charco de sangre.
Luego se supo que por causa de algún ataque de histeria, había corrido por toda la casa dando vueltas sin sentido hasta tropezar con la alfombra del salón, rompiendo el cráneo al golpearse bruscamente contra el suelo.
Nada de aquellos diminutos arácnidos, ni el menor rastro …......quizás solamente habían existido en la trastornada mente de Soledad.

Texto de Luis Echarre.
Biografía del escritor Boliviano "Jesús Lara":  http://arte_latino.tripod.com/Bo/biografias/jesuslaraBIOG.htm

----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

El Novato


Cuando ya estás muerto hay palabras,  como “Hoy” o “Mañana”, que pierden su significado. Eso lo sabían muy bien los “residentes” del cementerio de Vilantugo.
Y es que, cuando te das cuenta de que  lo que creías que sería el final es sólo un principio (el de la putrefacción), empiezas a pensar de otra manera.
Una que había cambiado de manera de pensar, por ejemplo, era Sor Ausencia, que, tras morir de una larga y sufrida enfermedad, había cambiado el don de la fe por  otros más…carnales, digamos. Y es que, aunque entre cadáveres no es lo mismo que en vida, a la Sor le parecía, de largo, mejor que los maitines.
También cambiaban las cosas para los muertos en guerra, que, una vez habían dado su vida por una  causa (bastante ajena a sus intereses, por cierto) se olvidaban, como por arte de magia, de a quién defendían y, más aun, de a quién atacaban. Y asi, el General Juan de Otero,  charlaba cada tarde con Simón Marcial, obviando siempre que podían el que seria llamado “incidente del fusil”.
Y precisamente fue durante una de esas charlas cuando apareció Arturo Vilas, antiguo artista y presentador de TV, que traia noticias importantes.
- ¡Chicos!¡ Hoy hay entierro!!¡ y vienen periodistas!
- Como si no nos llegara con un famoso…- dijo el General, que no veia con buenos ojos la “relajación” del comportamiento de Arturo, y mucho menos, las visitas de los fans que venían a visitar la tumba del mismo. Aquel había sido siempre un sitio tranquilo, con alguna visita con flores de vez en cuando y poco más, y los eventos turísticos para él estaban fuera de lugar.
- ¿Y quien es?- Preguntó Simón.
- El nieto de Marisa, la peluquera. Y os preguntareís: ¿Qué interés tiene para los mass media el nieto de la peluquera?- a Arturo siempre le había gustado jugar con el suspense con su audiencia – ¡Pues  yo os lo digo! Resulta que el chico se fue de paso de ecuador a Méjico…o por ahi. Y pilló una enfermedad súper contagiosa, dicen que puede ser una epidemia, está todo el país en alarma.
- Espero que no haya contagiado a más gente del pueblo, sólo nos faltaba que se llenara esto de repente – el General nunca había sido amigo de las aglomeraciones, y menos desde su multitudinario funeral, en el que, por cierto, habian pronunciado mal su nombre.
- Como la epidemia esa sea como la de las vacas locas…- contestó Simón – ¿os acordais? Decían que iba a ser horrible, que en Inglaterra morían miles de personas cada semana, y al final…
- Bueno, sea como sea, en un rato estará aqui la televisión, ¡a lo mejor hasta aprovechan para mencionarme! Ya lo estoy viendo: junto a los restos mortales del genial Arturo Vilas, descansan ahora…- Y se alejó a contárselo a los demás.
Al entierro asistieron varios medios, y muchos otros curiosos. Pasada la vorágine de llantos, miedos, fotos y especulaciones, los habitantes volvieron a la normalidad, y pudieron darle la bienvenida al Novato.

Texto de Ángela Triana Seoane.
Su Blog personal: http://lolitalola.wordpress.com/

2 comentarios:

  1. No se si este blog es privado, para publicar cosas sólo entre amigos, si es así lo sentiré. Me han encantado los tres relatos!! Espero ansiosa los siguientes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No Chus, no es privado, está abierto a todo el mundo, el que quiera publicar algo se puede poner en contacto con nosotros en nuestra dirección de correo : blogartistaslibres@gmail.com y nos encargaremos de subirlo al blog.
      Ahh y muchas gracias por el comentario.

      Eliminar